martes, 2 de mayo de 2017

ESTACIONES DE PASO



Cuantos trenes me llevaron al olvido,
cuantos trenes me llevaron al dolor,
a un lugar entre infierno y el amor,
con huellas carmín y sabor a besos perdidos, y a ese olor,
de esta soledad tan solitaria de noches de colchón,
de lagrimas saladas en la almohada y de penumbras en una habitación.

Cuantos trenes cogí pensando que eran el ultimo,
cuantas estaciones con olor a perfume y cuerpos perfectos,
cuantos bares con sabor a whisky rancio y barato,
cuantos amores vividos que murieron en silencio,
y en la eternidad del duelo que dura un segundo.

Cuantos trenes con final en ninguna parte,
con billete de ida y sin vuelta de ningún lugar,
cuantos pasos de un cuerpo herido y errante,
en un salto suicida sin principio ni final,
en cada abrazo de esas sobrias y fatales tardes,
que te hacen regresar al punto de partida.

Cuantos trenes llenos de sueños suicidas,
de ropa quitada con prisas y repartida por el salón,
cuanto placer sangrando por las heridas,
que dejan el destino, la pasión y la ilusión,
a lo largo del cruel, duro y terrible camino,
que te apuñala con saña y sin piedad el corazón.

Cuantos trenes pasaron por mi vida,
mientras espero al ultimo sentado en la estación,
con ilusión y sin prisas pasa ante mis pupilas la magia,
mientras el destino me ofrece otro billete al portador,
que lleva al lugar donde se complete mi alma,
que lleva sin dudarlo donde nace para siempre el amor.




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