VIVIR SIN ELLA NO QUIERO

 

Aquellos días compartidos,

aquellos bellos momentos,

a mí nadie me los quita,

cuando nos mirábamos en invierno,

calentándonos al lado de la lumbre,

mientras se hacía el puchero.

Aquellos días compartidos,

pegando mi cuerpo a su cuerpo,

abrazado sin palabras, dándonos un beso,

aun la recuerdo hay sentada mirando hacia el fuego,

y diciéndome marido, mañana hay que comprar picón para brasero.

Aquellos días compartidos,

a mí nadie me quita ya eso,

el sabor de sus labios,

el olor de su cuerpo,

una sonrisa en su cara,

los pequeños momentos,

en los que me decía, amor mío cuanto te quiero.

Aquellos días compartidos,

de sembrar el huerto,

de recoger la cosecha para pasa el invierno,

todo era felicidad en aquellos momentos,

la sonrisa brotaba a carcajada de sus adentros,

Y la felicidad llenaba cada rincón de nuestro pequeño universo.

Aquellos días compartidos,

de los que solo tengo el recuerdo,

pues se la llevó el verano,

y me dejó solo este invierno,

aún recuerdo sus manos acariciando mi pelo,

aún recuerdo sus palabras retumbando aquí en mi pecho.

Ya no me queda nada,

yo ya nada quiero,

Solo irme con mi mujer,

pues nada aquí tengo,

yo no sé vivir sin ella,

y vivir sin ella no quiero.

DECIDÍ PERDERME

Decidí aquel día perderme,

Y ya nunca volví a por mí,

Nunca tuve buena filosofía,

nunca quise morir por ti, junto a ti,

Si buscabas una marioneta,

Hace tiempo desistí.

No soy yo de resistir eternamente,

Ni aprendí a callar y a sonreír,

No tuve nunca vocación de trapecista,

Ni me enseñaron a decir a todo si,

Si alguna vez calle cuando no debía,

Fue por evitar discutir,

Con quien sé que jamás me entendería.

Y ahora pasarán las mañanas,

Y ahora pasarán las tardes,

Y las noches llegarán frías,

Y otra vez la soledad,

Volverá a saludarme en cualquier lugar,

Y volverá a ser solo mía.

Decidí dar el paso y proseguir,

Dejando atrás tu compañía,

Y volver a lo que un día fui,

Un vagabundo caminando por su vida,

Sin reproches y sin discutir,

Con la única filosofía de volver a ser feliz.

A veces las palabras,

Aunque mudas dicen mucho más,

Cuando las miradas se quedan frías,

Cuando alguien pretende encadenar,

Y si pensaste que yo no te merecía,

Ten en cuenta que yo pensé igual,

Que tú no me merecías.

Y ahora pasarán las mañanas,

Y ahora pasarán las tardes,

Y las noches llegarán frías,

Y otra vez la soledad,

Volverá a saludarme en cualquier lugar,

Y volverá a ser solo mía.

Y decidí volar,

No para huir,

Si no para encontrarme.

JURDES, JACHA, JIGOS ,JIGUERAS

 

 

Si yo soy Extremeño,

De esos que no escriben con hache,

De esos que escriben con J,

De un lugar lleno magia y encanto,

Dónde el corazón es libre y donde el corazón gobierna,

Donde hay más sonrisas que llanto,

Y Gentes de alma pura, de alma buena.

Si yo soy Extremeño,

De esos que no se asustan, de esos no se quiebran,

Que no le temen al mal tiempo, echo de trabajar la tierra,

Con las manos encalladas de hacer bancales con piedras,

Pero siempre con una sonrisa en la cara para dársela a cualquiera.

Si yo soy Extremeño,

Con mi casa siempre abierta,

Para darle la bienvenida a todo aquel que quiera,

Pues en mi tierra no hay extraños, ni existen las fronteras,

Es un lugar para descanso, como dicen escritos y lenguas,

Escritores de renombre y también muchos poetas.

Si yo soy Extremeño,

Donde los arroyos llevan agua pura,

Donde cada rincón tiene belleza,

Donde vuelan y viven libres los animales,

De una mancomunidad donde no existen cadenas,

Al norte de la provincia de Cáceres,

Que se llaman las Hurdes, pura como la sangre que corre por sus venas.

Si yo soy Extremeño,

De esos que escriben jurdes, jacha, jigos, jigueras.

YA SE HAN MARCHADO LOS MOZOS

 

Ya se han marchado los mozos,

ya no ahí alegría en el pueblo,

las calles están vacías y tristes,

el sol calienta ya mucho menos,

las mocitas ya no salen de casa,

y en la plaza grande solo ahí niños y viejos.

Ya se han marchado los mozos,

y el pueblo parece desierto,

las fuentes se han secado esperando el otoño,

Otro otoño en blanco y negro,

quien va a trabajar las tierras,

quien hará los bancales nuevos.

Ya se han marchado los mozos,

a hacer el servicio como si fuese un destierro,

y el pueblo parece una tumba, parece que está muerto,

como si no viviera a aquí nadie,

como si lo hubiera maldecido algún demonio,

como si lo hubiera mirado un tuerto.

Ya se han marchado los mozos,

y las madres lloran por dentro,

están hechas de hierro puro, porque siempre sufrieron,

quien traerá ahora la leña, quien traerá ahora el dinero,

quien rondara a las mozas, quien dará alegría al cuerpo.

Ya se han marchado los mozos,

ya no ahí alegría en el pueblo,

las calles están vacías y tristes,

el sol calienta ya mucho menos,

las mocitas ya no salen de casa,

y en la plaza grande solo ahí niños y viejos.