sábado, 29 de abril de 2017

NUNCA FUI TAN MALO, NUNCA FUI TAN BUENO




Nunca fui tan malo, nunca fui tan bueno,
intente saborear cada segundo con pasión,
y a veces sin querer probé el veneno,
a solas conmigo encerrado en mi habitación.
dando consuelo a mi corazón hundido y mal herido,
entonando una triste canción de amor.

Nunca fui tan malo, nunca fui tan bueno,
para negar sin condiciones mi rendición,
reconociendo cada pecado que me acercaba al infierno,
con cada momento de lujuria y de pasión,
buscando quizás el cielo que lleva al olvido,
jugando fuego, brasas, ceniza y dolor.

Nunca fui tan malo, nunca fui tan bueno,
como para no saber a veces pedir perdón,
con sangre en mis heridas y un baso de alcor,
en las horas mas tristes que saben a despedida,
en las noches solitarias que conducen al abismo,
conduciendo mi cuerpo sin control y saboreando el peligro.

Nunca fui tan malo, nunca fui tan bueno,
en mi lucha diaria por levantarme y volar,
de este suelo que me atrapa, me encadena y me ata,
siempre manteniéndome en el mismo lugar,
matando las horas que me apuñalan y me matan,
desde mi infancia hasta mi aliento final.

Nunca fui tan malo, nunca fui tan bueno,
también aprendi a sonreír, a bailar y a llorar,
en un intento acrobático de ser perfecto, fui imperfecto,
buscando en cada poro de mi mismo la dignidad,
que poco a poco me va llevando a ser mas viejo,
en mi lucha cotidiana sin principio y con final,
que me va dejando el alma en los huesos y alguna cana demás.

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