jueves, 25 de enero de 2024

CUANDO TE HAYAS IDO

 





Cuando te hayas ido,
Ya no me servirán las palabras,
Cuando te hayas ido,
Mis besos ya no encontrarán tus mejillas,
Cuando te hayas ido,
Mis brazos estarán huérfanos de tu cuerpo,
Cuando te hayas ido,
Solo me quedarán tus recuerdos.

Cuando te hayas ido,
La casa se llenará de soledad y silencio,
Cuando te hayas ido,
Mis oídos añorarán tus palabras,
Cuando te hayas ido,
Mi cuerpo añorará tus abrazos,
Cuando te hayas ido,
Mi ser añorará tus consejos,
Cuando te hayas ido,
Mis días serán eternos.

Cuando te hayas ido,
A quien le contaré mis secretos,
Cuando te hayas ido,
A quien con mis tonterías le arrancaré una sonrisa,
Cuando te hayas ido,
Con quien compartiré mi café cada tarde,
Cuando te hayas ido,
A quien le recitaré mis poemas,
Cuando te hayas ido,
Quien me dirá que me quiere a pesar de todo.

Cuando te hayas ido,
Vivirás para siempre en mi corazón,
Cuando te hayas ido,
Se inundarán de lágrimas mis ojos,
Cuando te hayas ido,
Miraré con nostalgia nuestras fotografías,
Cuando te hayas ido,
La vida perderá todo sentido,
Cuando te hayas ido,
Mi corazón sé irá contigo,
Cuando te hayas ido,
Mi alma llorará tu ausencia.

Cuando te hayas ido,
Nada volverá a ser como antes.

AQUELLOS TIEMPOS

 




Donde se han quedado aquellos tiempos,

aquellos tiempos pasados,

el burro capón y la cabra mocha,

el sacho y la cesta que me regalaron,

los juegos de aquellos días,

y la niñez que se me escurrió entre las manos.


Donde ha quedado la escuela,

los chaguarzos, las jaras y los regatos,

el olor a tierra mojada, a tomillo y lavanda,

los olivos, los ciruelos y los cerezos,

y aquella villa a la falda de la montaña.


Donde se han quedado los consejos de mi abuela,

el sobrado de la casa vieja donde buscábamos tesoros,

la chacina colgada de las puntas clavadas en las vigas,

el fuego con el pote lleno de agua,

y los domingos de misa y señoras con rosario,


Donde se han quedado las leyendas,

los cuentos que se contaban al lado de la lumbre,

los juegos del gua, el burro y el incarroma,

las risas a carcajada de los niños en las calles,

y aquel olor a leña de las tahonas.


En donde se han quedado aquellos tiempos,

aquellos tiempos del pasado,

en mi ayer siendo para siempre eternos,

y cada uno de los momentos que recuerdo,

están grabados para siempre a fuego en mi alma y mi sien,

recordándome de donde vengo y quién soy.






sábado, 20 de enero de 2024

HELENA, SIN MÁS



Fue fugaz, fugaz como una estrella,

en mi piel solo queda la huella de sus besos,

y en mi cara una gran sonrisa de felicidad,

aún guado cada uno de los momentos,

que esa noche me llevaron a la eternidad.


Fue fugaz, fugaz como una estrella,

que te puedo amigo mío contar de ella,

la encontré sorteando la noche en aquel bar,

haciéndole guiños a la vida, con mil historias que contar,

me dijo que se llamaba Helena, Helena sin más.


Fue fugaz, fugaz como una estrella,

la acompañé hasta un portal,

me invito a subir con ella hasta el cielo,

dejando nuestra vergüenza y la ropa atrás,

bastaron un par de besos, para aprender a volar,

y para descubrir entre sus sabanas el universo.


Fue fugaz, fugaz como una estrella,

aún no la he podido olvidar,

cada noche pensando en ella,

vuelvo aquel santuario, a aquel bar,

con la esperanza de volver a verla,

para volver con ella a vivir, para volver con ella a soñar.


Fue fugaz, fugaz como una estrella,

en mi piel solo queda la huella de sus besos,

y en mi cara una gran sonrisa de felicidad,

aún guardo cada uno de los momentos,

que esa noche me llevaron a la eternidad.

lunes, 15 de enero de 2024

HASTA MI ALMA

 


Cada día va la moza a la madre del agua,

con su pelo negro y el barreño de la ropa,

con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,

mientras yo la miro, ella me ignora y canta,

canciones que a mí me gustan,

canciones que me emocionan y me enamoran el alma.


Cada día va la moza a la madre del agua,

a lavar la ropa en el arroyo para llevarla limpia a casa,

mientras yo la miro atontado cayéndoseme la baba,

pues no ahí en el pueblo moza más buena y brava,

que la hija del señor Pedro, lista, espabila y guapa.


Cada día va la moza a la madre del agua,

andando con gracia y salero, con arte y elegancia,

y yo la sigo de cerca, de cerca hasta su casa,

y luego entra dentro y ya no sale hasta mañana,

que yo la esperaré en el puente, en el puente de la madre del agua.


Cada día va la moza a la madre del agua,

con su pelo negro y el barreño de la ropa,

con la lavandera de madera y una sonrisa en la cara,

mientras yo la miro, ella me ignora y canta,

canciones que a mí me gustan,

canciones que me emocionan y me enamoran el alma.


Cada día va la moza a la madre del agua,

y yo me siento en el puente hasta que ella acaba,

y la miro, y la miro, sin poder dejar de mirarla,

pues mi corazón tiene dueña, a ella la doy hasta mi alma,

yo voy a pedirle a su padre la mano,

para hacerla para siempre mi compañera,

para hacerla para siempre mi amada.

jueves, 11 de enero de 2024

TARDES DE SABADO






Aquellas tardes de sábado,

la estación de oporto cobraba vida,

por el metro corría la sangre,

camino del centro de la ciudad,

para perdernos en la movida,

que se vestía de gala en los bajos de Aurrera.


Malasaña bendecía su nombre,

y entre cerveza y música,

alguna princesa buscaba su príncipe,

mientras un sapo la miraba fijamente,

al compás de una canción de Radio Futura,

y la tarde iba tejiendo su velo tenue para convertirse en noche.


Moncloa y sus bajos te saludaban,

mientras en el Champandaz la leche de pantera corría,

de litro en litro, de boca en boca,

sobornando a la consciencia,

dejando paso a la euforia del que nada tiene que perder,

salvo la poca vergüenza que aún quedaba en la memoria.


Alonso Martínez abría sus puertas,

mientras Caperucita buscaba al lobo feroz,

cansada del romanticismo enfermizo de un leñador,

que cada tarde la recitaba poemas a su oído,

intentando acompañarla por aquellos garitos de moda,

que abrían hasta altas horas de la madrugada.


La noche daba paso a la madrugada,

y a los bares que recogían los despojos de la noche,

para brindarnos un chocolate con porras,

o un café bien cargado que nos devolviera la cordura,

esa que se había perdido en otra noche de fiesta,

en los locales de moda de Madrid.


miércoles, 10 de enero de 2024

AQUELLAS TARDES

 


Nunca ha habido nada,
como aquellas tardes de invierno,
todos al rededor de la lumbre,
contando historias de aquellos,
que venían de otros lugares,
de visita a nuestro pueblo.

Con la chacina colgada,
y la tinaja junto al fuego,
el pote para la bolsa de agua,
escuchando el chisporrotear de los leños,
el viento sopla con fuerza fuera,
golpeando fuerte contra el albero.

La tarde pasa lenta,
como si se congelara el tiempo,
la plaza grande está vacía,
estamos aún a lunes y hasta el jueves no hay puestos,
el pueblo está solitario, como si estuviera desierto.

Dice de repente mi padre, sin venir a cuento,
os acordáis de los titiriteros,
de las volanderas grandes al lado del colegio,
del enfado que cogió Don Tomás el curandero,
cuando quiso subir a su hijo y le dijeron no sin dinero.

Aquella tarde nos echamos unas risas,
no hay nada como aquellos tiempos,
todos al rededor de la lumbre,
con mi padre, mi madre, mi abuela y mi abuelo,
estaban también mi tía Lady y mi tío Carlo el churrero,
aquellas tardes de matanza, aquellas tardes de invierno.