OCASO

Andando por un atajo,

y dejando atrás mi tiempo,

voy dirección al ocaso,

de mis años venideros,

con las alforjas vacías,

y escarcha en el pelo.

La noche ha salido fría,

y la mañana ni te cuento,

las cunetas están blancas,

y en las fuentes hay hielo,

nadie ha conocido jamas,

un invierno tan duro y tan fiero.

Ya voy preparando los habíos,

y todas las cosas que poseo,

para dejarle a mis hijos lo poco que tengo,

la casa, la segureja, los sachos y el huerto,

todo hasta mi vida, todo menos dinero.

Hoy encendido la lumbre,

y me duelen todos los huesos,

he trabajado siempre como un burro,

hasta que me ha aguantado el cuerpo,

y ya con ochenta años no puedo mover ni un dedo.

De mi casa ya no salgo,

y salir la verdad no quiero,

porque si tengo que salir,

seguro que solo es para mi entierro,

con un traje hecho de pino camino del cementerio.

Andando por un atajo,

y dejando atrás mi tiempo,

voy dirección al ocaso,

de mis años venideros,

con las alforjas vacías,

y escarcha en el pelo.

LA OTRA ORILLA (Dedicada a mi primo, a mi Abuela y a Jose Pazos)

Cae inevitablemente el telón de la vida,
Mientras una brisa helada recorre mi espalda,
Dejando el tiempo pausado en un segundo,
Y recuerdo de nuevo tu imagen mirándome a la cara,
Y recuerdo tu voz dándome como siempre consejos.

Todo parece abstracto como si fuese una pesadilla,
Tu cuerpo inerte me recuerda que nada es eterno,
Y a través del cristal te miro sin poder evitar las lágrimas,
Desahogando el dolor que hay en mi corazón,
Que sigue sin entender el porqué de tu partida.

La noche extiende su oscuro velo negro,
Pasan las horas y las nubes opacan la luna,
Me dejo llevar por la inercia hasta la mañana,
Sin darme cuenta y sin pensar que no volveré a verte,
Mientras el sol se niega a salir como si sintiera tu ausencia.

La señora de la guadaña ha venido a buscar tú alma,
Para que la acompañes a través de la laguna estigia,
Donde el barquero te espera paciente y sin prisas,
Para llevarte para siempre hasta la otra orilla.

PECADO ORIGINAL

Ambos nos dejamos llevar y probamos la manzana,
Aún a riesgo de perder para siempre el paraíso,
Y caminamos juntos sobre las brasas del infierno,
Si importarnos los tabúes, ni el tiempo.

La noche nos descubre desnudos y abrazados,
Me llamas Adam y yo a ti te llamo Eva,
Bailando al compás que nos toca la pasión,
Sin importarnos en qué lugar quedo la ropa.

Nos quemamos en las llamas del deseo,
Nuestros cuerpos se derriten al tacto de nuestras manos,
Nuestros labios van pasando de las palabras a los hechos,
Dándole formas curvas a la más lujuriosa fantasía.

Mi lengua juega en la fuente de donde nace la vida,
Calmando mi sed mientras tú te estremeces,
Busco el punto para desatar en ti la locura,
Que te haga volar más allá de las sensaciones.

Te subes a lo alto llevándonos al sétimo cielo,
Mientras tus caderas se mueven a un ritmo endiablado,
Y sin querer estallamos al unísono, sin remedio,
Sintiendo que ya solo somos, una sola alma.

QUIEN HABLARÁ DE NOSOTROS

Quien hablará de nosotros,

Cuando la espada se quiebre por el paso del tiempo,

Cuando el honor lo compren unas monedas,
Y la armadura coja óxido en un rincón.

Quien hablará de nosotros,
Cuando el valor no signifique nada,
Cuando la tierra sea estéril por la mano del hombre,
Y los caballos dejen de galopar.

Quien hablará de nosotros,
Cuando no queden caballeros,
Cuando las guerras ya no sean Santas,
Y dejemos que escupan a la Cruz sin castigo.

Quien hablará de nosotros,
Cuando las palabras no tengan valor,
Cuando no existan ya las cruzadas,
cuando los dragones no manden en el cielo,
Y los caballeros no le recen a dios pidiendo la gloria.

Quien hablará de nosotros,
Cuando las cadenas encadenen la Libertad,
Cuando las mordazas silencien los gritos,
Y cuando la sangre se enfrente a su sangre.

Quien hablará de nosotros,
Cuando el sol asesine a la luna,
Quien hablará de nosotros,
Cuando las flores se sequen sobre nuestra tumba.

CANDELA

La conocí en un bar de carretera de mala muerte,
de esos que a penas ya nadie frecuenta,
adicta al tabaco, al alcohol y a las drogas,
muy flaca y con la sonrisa muy floja,
Candela se busca la vida entre copa y copa.

Melena suelta y siempre bien maquillada,

con tacones altos y minifalda muy corta,
su oficina aquel parking de camioneros,
en su trabajo no importan las horas,
y sin darse cuenta van pasando los inviernos.

Los años fueron pasando sin pausa y con prisas,
mientras soñaba con que un hombre bueno,
la sacara de ese mundo y la amara sin mentiras,
para entregarle sin condiciones su alma y su corazón,
mientras las arrugas se pintaban en su cara.

Un día un hombre la invito a irse con el,
y Candela creyó que su sueño se cumplía,
no se lo pensó dos veces y se subió a su coche,
sin saber que la muerte ese día la esperaba,
encontraron a Candela desnuda y con tres puñaladas,
tirada junto al río cerca de donde ella trabajaba.

La conocí en un bar de carretera de mala muerte,
de esos que a penas ya nadie frecuenta,
adicta al tabaco, al alcohol y las drogas,
muy flaca y con la sonrisa muy floja,
Candela se busca la vida entre copa y copa.