Sol y arena,
En el horizonte se dibuja el mañana,
Bajo el cielo azul avanzó hacia la nada,
Dejando atrás lo conocido, lo vivido,
Los dioses me protejan de todos los males,
Camino hacia el oasis de siwa,
Allí me espera Templo del Oráculo de Amón,
Para que mi espíritu renueve su alma,
Y en paz terminen mis días, lejos de mi patria,
Lejos de mi familia, en tierra extranjera,
La cual me acogió al final como a un hijo,
nombrándome faraón del alto y bajo Egipto.
A mi muerte quiero ser enterrado,
No en una pirámide, quiero estar en mi ciudad,
Quiero descansar en Alejandría,
Y que hable de mí la historia,
Que en los libros se lea mi nombre,
Y que hable de mí la eternidad,
Y que mi nombre resuene en todo lo conocido,
Y se diga, no hubo nadie tan grande, tan grande como Alejandro.
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