En el sendero que llega,
entre montañas pobladas,
con un rió como playa,
una villa se levanta.
Otoños cobrizos dibujados sin prisas,
que enamoran al corazón,
mientras el alma extasiada mira,
y los ojos de felicidad lloran.
Amaneceres de inviernos fríos,
con escarcha en las cunetas,
tu vida cada mañana empieza,
con el trajín de tus vecinos.
Primaveras de colores,
con pinturas abstractas,
de un pincel con mil amores,
mezclados con sabiduría divina,
que llenan el campo de olores.
Veranos calurosos,
de mañanas pasiegas
de campos amarillentos,
de recoger la siembra.
Villa de Casar de Palomero,
bendición para la vista,
de todo aquel que tus senderos
puede recorrer sin prisas.
Villa mi Villa,
donde yo nací,
donde mi alma se llenó de alegría,
y paso a paso crecí.
Recuerdo los primeros juegos,
las primeras risas,
las flores de tus campos,
Y en tus vecinos una eterna sonrisa.
Villa de Casar de Palomero,
rodeada de cerezos, pinos, castaños y olivos,
ejemplo de un pasado Cristiano, Árabe y Judío,
en el palpitar de tus tiempos.
Villa de Casar de Palomero,
envidia de pueblos cercanos,
de calles bien trazadas,
de gentes que al forastero siempre tienden sus manos.
Villa Mia,
muchas fuentes te adornan,
con sus aguas cristalinas,
que desde tus montaña brotan.
Así es mi villa señores,
montañas cubierta de árboles,
de senderos hermosos y bellos,
descanso del caminante.
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