viernes, 23 de marzo de 2018

A LA SOMBRA DE DOS CIPRESES




Aquí estoy en esta ultima morada,
entre cuatro paredes que me servirán de casa,
a la sombra de dos cipreses mi cuerpo descansa,
la vida ya quedo atrás dando libertad a mi alma.

Perdona si no me levanto pues hoy no esperaba visita,
y no tengo nada preparado, ni nada que te sirva,
pues aquí el tiempo es intemporal y abstracto,
y ya no se conocen ni las penas, ni las alegrías.

A mi derecha yace Antonio, a mi izquierda Maria,
con ella hablo y me entretengo, con el echo la partida,
y así pasan las horas, así pasan los días,
en este campo santo de las almas perdidas.

A veces paseamos hasta la verja de salida,
y saludamos algún vecino que pasa de noche por la vía,
no se porque pone cara de espanto y sale de estampida,
pues solo queremos saludarlo y desearle buena vida.

Hay días que bajo a los panteones mas viejos,
allí donde yacen mis padres y mis abuelos,
charlamos sobre los recuerdos que tengo con ellos,
Tomamos café y al caer la tarde vuelvo a mi lecho.

Te invito un día que vengas a visitar mi casa,
mi lapida es gris con las letras en plata,
en ella pone mi nombre y una frase de amor que siempre tuve guardada,
pasa no hace falta llamar pues la puerta esta entornada.

Aquí estoy en esta ultima morada,
entre cuatro paredes que me servirán de casa,
a la sombra de dos cipreses mi cuerpo descansa,
la vida ya quedo atrás dando libertad a mi alma.

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